¿Por qué los pilotos de las Xfinity Series son unos carniceros?

Samuel Mateo Giménez

    La carrera de la semana pasada de las Xfinity Series generó bastante controversia debido a que prácticamente fue un derby de demolición, con numerosos accidentes que se saldaron con el hecho de que más de 100 de las 250 vueltas se disputaron con bandera amarilla y prácticamente no había coche alguno que no tuviera desperfectos en la carrocería.

    Esperábamos una carrera con contactos, propia de las características del circuito de Martinsville, el más pequeño del calendario, pero sin duda alguna se cruzó una línea. Una cosa es que haya contactos y se haga uso del bump-and-run, pero otra muy distinta es que la carrera sea una carnicería en la que los pilotos se chocan unos con otros a grandes velocidades y sin ser capaces de rodar más de diez vueltas seguidas bajo bandera verde en un circuito en el que una vuelta se hace en veinte segundos, aproximadamente.

    No es la primera vez que hay una carrera así, hace años eran los pilotos de las Truck Series las que cada viernes exhibían mil y una formas de accidentarse. Ahora, con la llegada masiva de pilotos jóvenes a las Xfinity Series, que este año está ante una de las parrillas con más novatos de los últimos años, esa situación se ha trasladado a la segunda división.

La carrera de Martinsville fue un ''wreckfest''
Foto de Yahoo Sports

    Ahora bien, ¿por qué sucede esto? ¿Qué es lo que ha llevado a que las divisiones de promoción de NASCAR sean en algunas carreras festivales de accidentes? Analizamos los motivos.

1. Formato que incentiva los movimientos desesperados.

    Parte de responsabilidad recae en NASCAR como organismo sancionador, ya que fue NASCAR la que introdujo un sistema de competición que buscaba incentivar el hecho de que los pilotos ganasen carreras por encima de que primasen la regularidad y constancia. 

    Con el cambio de 2014, con el sistema de rondas eliminatorias de playoffs y la norma de ''gana una carrera de la temporada regular y estás clasificado'', o la de ''gana una carrera de la ronda y pasas automáticamente a la siguiente'', ese incentivo se multiplicó aún más.

    Con todo ello, el mensaje que transmitía NASCAR era el de ''hay que ganar a toda consta'', ya que la victoria te aporta muchos aspectos positivos y merece la pena absolutamente correr el riesgo de estrellarte si, a cambio, optas a ganar la carrera.

    Cuando llevas 20 años incentivando ese tipo de cultura, y una década haciéndolo de manera exacerbada con el cambio de formato a rondas eliminatorias, lo menos que puedes esperar es que los pilotos estén dispuestos a correr riesgos y llevar a cabo maniobras arriesgadas, en ocasiones desesperadas, con tal de ganar.

    Si Sammy Smith, después de estrellar a Taylor Gray el pasado sábado, hubiera ganado en Martinsville, estaría clasificado automáticamente para los playoffs, y hubiera vivido tranquilo los meses de abril, mayo, junio, julio y agosto. Además, el objetivo mínimo de un piloto de su equipo, que es ganar una carrera y disputar los playoffs, estaría cumplido. A cambio, ¿qué podía perder? ¿Estrellarse, acabar de los últimos, desperdiciar una buena carrera, un buen resultado y perder algunas posiciones en la general? Es irrelevante, en tanto en cuanto los puntos se resetean en la carrera 26 y lo único de lo que hay que preocuparse hasta entonces es en clasificarse a los playoffs

    Es un caso similar al de Austin Dillon el año pasado en Richmond. El piloto de RCR estaba fuera del top-30 de la general a falta de unas pocas carreras para acabar la temporada regular. Era la peor temporada de su vida, pero ganar una carrera lo cambiaba todo radicalmente, dado que, además del triunfo en sí, clasificaría a los playoffs, por lo que mínimo acabaría 16º en la general. En Richmond estrelló a dos coches en los últimos doscientos metros de carrera, hizo todo lo que podía hacer, por censurable que parezca, para ganar, y ganó (aunque luego NASCAR lo sancionó injustamente - entiéndase por el hecho de que NASCAR no ha obrado siempre así, y fue un agravio comparativo con Dillon frente a otros pilotos que hicieron lo mismo y se fueron de rositas en el pasado - por el modo en el que lo había hecho y no disputó los playoffs).

    Por tanto, la primera que debe mirarse al espejo es NASCAR, que ha estado echando leña al fuego todos estos años y ahora no paran de salirle incendios por todas partes. De hecho, el propio Sammy Smith dijo al final de la carrera que le parecía muy mal lo que había hecho, pero que no se arrepentía de haberlo hecho, que estaba en la obligación de hacer lo que hizo.

    Así pues, ahora NASCAR tiene una parrilla de pilotos en cuyo esquema mental no hay nada más allá de ganar, y hay que hacer todo lo que se pueda para ganar, sin importar las consecuencias. Como consecuencia, muchos llevan esa premisa al extremo y cometen errores estúpidos fruto de movimientos desesperados que hacen que estos pilotos, cuyo talento es innegablemente altísimo, parezcan aficionados.

2. Crianza en simuladores.

    Ahora bien, NASCAR no es el único responsable. De hecho, los propios pilotos, que son los que llevan a cabo este tipo de acciones, son los principales responsables. En ese sentido, es obvio que esta generación, y posiblemente las que vengan, son muy distintas a las anteriores.

    Son chicos que han crecido con simuladores, en los que los actos que hagas en pista no tienen consecuencias. Si chocas con un simulador no vas a tener un daño material real por el que vas a tener que pagar en el futuro, en la siguiente carrera virtual partes con el coche impecable y tratas de ganar esa nueva prueba.

    No son pilotos que hayan tenido que entrenar y mejorar gracias a participar en todo tipo de pruebas reales con las que acumular tiempo de asiento y que les haga ser mejores, simplemente se conectan a la red y hacen carreras virtuales en donde, en muchas ocasiones, todo vale con tal de ganar, porque si ganas obtienes un beneficio (reconocimiento, premio...) pero si pierdes no pasa absolutamente nada, entras en una nueva lobby y a jugar otra partida. 

    Todo ello hace que, con tal de ganar, los pilotos estén dispuestos a hacer cualquier cosa, porque no hay consecuencias negativas. Luego eso se traslada a la pista real y, aunque es una realidad totalmente distinta, ellos siguen compitiendo con el mismo esquema mental, totalmente desconectados del contexto en el que se están desenvolviendo, y acaban haciendo movimientos estúpidos que ahora sí salen caros.

3. Muchos han tenido la vida arreglada desde el principio.

    Que salen caros... o quizá no, porque muchos de estos pilotos traen consigo muchísimo dinero, millones de dólares para ser exactos, en patrocinios, un dinero que reciben los equipos para los que corren. 

    Por tanto, son pilotos a los que ''se les permite todo'' porque lo pagan indirectamente, ellos siguen aportando dinero, un dinero que no es suyo, y por eso a veces algunos de estos pilotos acaban siendo juguetes rotos cuando el patrocinador se cansa de pagar por hacer chapa y le deja colgado.

    Sin embargo, hasta que eso pasa, los pilotos se creen que están por encima del bien y el mal y no respetan el equipamiento con el que compiten, no son pilotos que se hayan criado compitiendo con presupuestos ajustadísimos en los que un dispendio fuera de lo normal te puede mandar a la ruina y en los que hay que minimizar daños al extremo para no tener que destinar dinero a reparaciones, sino a desarrollo.

    Al contrario, son pilotos que desde niños han estado en equipos poderosos con patrocinios ingentes en donde el dinero no era problema. No es de extrañar que algunos de los pilotos que menos hicieron el cafre el sábado pasado son aquéllos que sí están vinculados a equipos pequeños de la parrilla o, en algunos casos, pilotos que compaginan su labor en las Xfinity Series con otras actividades.

    Por ejemplo, el veterano piloto Brennan Poole, que corre en el equipo de bajo presupuesto de Alpha Prime Racing, no estuvo involucrado en ninguno de estos accidentes, en parte porque tuvo la suerte de que todos los accidentes que provocaron los demás no le afectaron a él y, sobre todo, porque no llevó a cabo ninguna maniobra estúpida. El resultado: 4º con un coche con el que a duras penas se puede acabar entre los veinte primeros por ritmo puro.

    En definitiva, sería impensable ver actuar así a un piloto del perfil que puede tener Josh Berry, que ni siquiera hizo un burnout cuando ganó su primera carrera en las Cup Series para cuidar el equipamiento. No lo haría porque es un piloto que ha tenido que labrarse con mucho esfuerzo su futuro, haciendo malabares financieros en muchas ocasiones para poder seguir corriendo, y por ello valora el sitio en el que está y las herramientas con las que cuenta, algo que muchos pilotos de los que corrieron el sábado pasado, como Austin Hill, Sam Mayer o Sammy Smith, por citar a algunos, no hicieron.

    Encima, como las medidas de seguridad son las mejores que ha habido jamás, y los coches son extremadamente seguros, minimizando las posibilidades de sufrir lesiones casi al extremo (máxime cuando son golpes en circuitos de baja velocidad como es el caso de Martinsville), no tienen que temer en ningún momento por su integridad física.

    Así pues, si no tienen que preocuparse por su integridad física ni por su equipamiento, porque una está protegida por las medidas de seguridad y la otra está financiada por sus patrocinadores, ¿qué es lo que les va a retener a la hora de decidir si llevar a cabo este tipo de maniobras?

3. Ascenso demasiado precoz.

    Uno de los factores que han motivado este tipo de sucesos ha sido el ascenso meteórico que han tenido muchos de los pilotos, puesto que muchos de ellos ha pasado de competir en carreras locales o, como mucho, en las ARCA Menards Series, a hacerlo en las Xfinity Series, saltándose el paso intermedio de la NASCAR Truck Series, como era lo habitual.

    De hecho, Carson Kvapil ha pasado de correr late models en el CARS Tour a correr en las Xfinity Series, William Sawalich ha pasado de correr en las ARCA Menards Series a hacerlo en las Xfinity Series, Connor Zilisch ha hecho lo mismo, Sammy Smith y Sam Mayer hicieron lo propio hace varios años...

    Sí que es cierto que algunos de estos pilotos, como Kvapil o Zilisch, no fueron responsables de grandes accidentes el otro día (Mayer y Sammy Smith sí - varios cada uno, de hecho - y Sawalich también causó un trompo de Zilisch) y que otros fueron acciones desencadenadas por pilotos con muchos años de experiencia como Austin Hill, que también estuvo años corriendo en su propio equipo pero que parece que ha sido absorbido por este tipo de conductas, pero en definitiva hay casos en los que se aprecia la falta de experiencia y el haber quemado etapas en pocos años.

4. Dueños que tragan con todo.

    En muchas ocasiones, los dueños de los equipos no hacen absolutamente nada para corregir este problema, y francamente no les interesa hacerlo. Al final del día, esos pilotos son los que ponen el dinero gracias a sus patrocinadores, así que mientras las cuentas cuadren a fin de mes, siguen adelante.

    Al final, si el piloto sigue aportando dinero, da visibilidad al equipo y encima a veces incluso gana en vez de chocar y clasifica a los playoffs, nadie en el equipo va a oponerse a que siga teniendo este tipo de comportamientos.

    Dale Earnhardt Jr. fue muy crítico con lo sucedido en Martinsville, y curiosamente uno de sus pilotos, Sammy Smith, fue el que protagonizó la acción más vergonzosa de la carrera. Pues no habrá ninguna medida contra el piloto, como mucho un pequeño tirón de orejas público, pero nada más (incluso ni eso habrá).

5. Falta de referentes.

    En 2017, NASCAR introdujo la ''Norma Kyle Busch'', por la que un piloto con más de cinco años de experiencia a tiempo completo en las Cup Series que corriese en esa competición sólo podía participar en 10 carreras de las Xfinity Series y 7 de las Truck Series, siempre de la temporada regular. En 2018 se redujo a 7 carreras de las Xfinity Series y 5 de las Truck Series. En 2020 se redujo a cinco en cada una de las divisiones y ya era aplicable a pilotos con tres y cuatro años a tiempo completo en las Cup Series también.

    Con ello, las parrilla cambiaron drásticamente, pues antes era habitual ver a varios pilotos de las Cup Series en cada una de ellas. De hecho, en los 2000, muchos pilotos de las Cup Series corrían en las Xfinity Series a tiempo completo, llegando a ganar el campeonato (en 2006 lo hizo Kevin Harvick, que llevaba corriendo en las Cup Series a tiempo completo desde 2001).

    Así pues, ahora ya no es habitual ver a pilotos de las Cup Series, que en su mayoría son de los mejores del país, si no los mejores, corriendo en las Xfinity Series. Cuando lo hacían, su sóla presencia ya intimidaba en cierto modo a los novatos, y en ocasiones esos veteranos actuaban como modelos de conducta para los jóvenes.

    El propio Kyle Busch lo comentaba hace días en el podcast de Kevin Harvick: narró cómo un día Tony Stewart se dirigió a él y le dijo claramente que por el camino que iba no conseguiría nada, y que tenía que madurar de una vez por todas para poder llegar a ser un piloto de referencia.

    Ahora ya no hay pilotos que hagan eso, principalmente porque los pilotos de las Cup Series ya no corren en las Xfinity Series, y también porque la propia parrilla de las Cup Series se ha rejuvenecido mucho en la última década, con un cambio generacional casi completo, y los únicos pilotos que quedan de esos días son Hamlin, Busch, Keselowski, McDowell, Logano...

    Decía Kenny Wallace (344 carreras en las Cup Series y 547 más en las Xfinity Series en su trayectoria) en su reflexión sobre la carrera que, en sus tiempos, si él hubiera hecho eso pilotos asentados de la categoría como Tommy Ellis y Jack Ingram le hubieran dejado claro que ese no era el camino y no le hubiera quedado más remedio que cambiar, y que esas cosas no pasaban de forma tan generalizada porque a lo mejor lo hacía alguien pero rápidamente los demás lo metían en vereda. Sin embargo, según dice, ahora es imposible que eso pase, porque ahora todos los pilotos son iguales, todos llevan a cabo ese tipo de acciones.

CONCLUSIONES FINALES

    No hay una única razón que explique por qué los pilotos se comportaron en la carrera de Martinsville de forma tan alocada, o cómo hemos visto ese tipo de comportamientos en otras carreras en el pasado. Se trata de un cúmulo de factores que se han ido gestando con el paso del tiempo y que eclosionan ahora.

    En primer lugar, el propio carácter de los pilotos, que ahora viven despreocupados y sin ningún sentido de la responsabilidad al ser conscientes de que tienen detrás a compañías que pagan millones de dólares aunque destrocen coches semana tras semana, y que encima se han criado desde pequeños en el estilo del choque gracias a las carreras de simulador, donde un golpe y un abandono por accidente no se saldan con la pérdida de miles de dólares en reparaciones.

    En segundo lugar, los equipos, que están dispuestos a que esto ocurre porque en último término lo que importa es que se paguen las facturas a final de mes, y ellos las pagan. No llevan a cabo ninguna medida de reprimenda que tenga consecuencias reales, ninguno de los pilotos que el otro día cometieron errores estúpidos y evitables se va a quedar la semana que viene viendo la carrera por la televisión como castigo, ni será multado por el equipo. Ningún piloto aprenderá nada porque ningún equipo les dará ninguna lección sobre lo que se puede hacer y lo que no se puede permitir en la pista.

    En última instancia, tenemos al responsable último de esta situación, que es el propio organismo sancionador, esto es, NASCAR, que ha ido creando a lo largo de los años una cultura cuyo lema insignia es ''hay que ganar a toda costa'', y que ahora ve como todo le ha estallado en la cara dado que, como consecuencia, tiene una parrilla plagada de pilotos que, en efecto, están dispuesto a hacer cualquier cosa por ganar, aunque eso suponga dar una imagen pésima de sí mismos y de la competición, una imagen vergonzosa que daña la visión que mucha gente puede tener de la categoría y que dificulte que sea tomada en serio.

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